Nuestro organo más grande, la piel, va cambiando a lo largo de los años, todos lo observamos. Desde la piel de un bebé, con esa golosa apariencia de goma aterciopelada, hasta la fina piel del anciano, la epidermis sufre variaciones que no observamos hasta que los años han pasado. También la ciencia avanza en el conocimiento de estos cambios, por ejemplo ahora sabemos que la piel del adulto es muy distinta a la del joven en que es mucho más frágil, menos elástica y más seca. En el caso de personas mayores estas características se acentúan, lo que facilita la aparición de infecciones, sobre todo si la limpieza y el cuidado es insuficiente. Por otra parte, la falta de lubricación que alcanza la piel en la edad madura la hace más sensible frente al lavado exagerado, por eso siempre se recomienda el uso de crema hidratante, y mucho más para la piel de nuestros mayores.
No digamos si se producen rasguños o heridas de la piel, como arañazos, quemaduras, cortes al afeitar, o granos superficiales, la cicatrización de nuestra piel, pasados los cuarenta, puede ser muy lenta. En estos casos es preciso realizar una esmerada limpieza. En lo que se refiere a los mayores, se precisaría además aplicar algún desinfectante, de preferencia yodado. También en estos casos conviene vigilar si aparecen áreas enrojecidas en los pliegues, con o sin escamas, y consultar a un médico, para descartar una infección por hongos.
En ocasiones nuestra piel madura nos sorprende con novedades desconocidas, como cuando en la aparecen manchas rojizas múltiples en parte o por todo el cuerpo, con lo que debe sospecharse de una alergia (a medicamentos, alimentos, sustancias químicas, metales, cosméticos, etc.), ya sea por contacto o ingesta. Otro suceso de nuestra piel es la picazón, que puede deberse a muchas causas: diabetes mellitus, enfermedades del hígado, alergias, etc. En algunos adultos mayores aparece sin una causa precisa. Así mismo el estres a causa de un trabajo bajo tensión, las defensas bajas en cambios de bruscos de estación, incluso el estado de desánimo, puede producir sequedad en la piel y como consecuencia, picor y rojeces. Y es que la piel refleja lo que sucede en nuestro interior y en nuestro exterior.
Una limpieza diária puede evitar las infecciones de la piel, pero además el cuidado de la piel nos ayuda a conocerla mejor, sus necesidades, sus cambios, su estado dependen de la conciencia que tengamos de su observación diaria.
Este esmero diario en la piel es mucho más necesario cuando se trata de personas mayores, ya que existen tumores de la piel que son frecuentes cuando se avanza en la edad. Por esta razón, cualquier lesión que crezca debe ser motivo de preocupación y de una consulta. Los "lunares que crecen" y las "heridas que no cicatrizan" pueden corresponder a un cáncer.